martes, 10 de agosto de 2010 | |

En la oficina

Anochecía. Otro día de horas extras en la oficina. Tiempo malgastado. Pensó en sus hijos. Quería salir y aún había mucho por hacer. La angustia invadía su cuerpo por momentos, envenenándolo, marchitándolo. La espalda le ardía por horas en esa silla torcida. Volvía a concentrarse en el trabajo. No podía, de nuevo se distrajo, "hasta cuando luchar pensó". Quería renunciar a ese trabajo mal pagado, pero no, no quería arriesgarse en ese momento, muchas cuentas qué pagar. Así habían transcurrido 20 años, ahora con un equipo a su cargo. Era cuesta arriba. Llegó su asistente para informarle que el papel del plotter se acabó. No dijo palabra. El cansancio le impedía protestar. Decidió apagar el computador y tomó la cartera. Salió con paso apresurado. Tenía que ver a su familia, a su esposo sonriente y a sus hijos hermosos, llegar a su hogar cálido. Mañana será otro día. Quizás sea mejor.

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